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Jueces: Cuando olvidamos, Él nos llama — Volver al camino en tiempos de confusión

  • Foto del escritor: Elizabeth Jaar
    Elizabeth Jaar
  • 13 jun
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 19 jul


El libro de Jueces es uno de los relatos más intensos y conmovedores de la Biblia. Nos muestra lo que ocurre cuando el corazón humano se aleja de Dios: ciclos de pecado, sufrimiento, arrepentimiento y redención. Pero también nos revela algo mucho más profundo: la misericordia inquebrantable de un Dios que no se cansa de rescatar a su pueblo, una y otra vez.

Jueces nace en una etapa crítica: después de la muerte de Josué y antes de la instauración de los reyes. Es un tiempo donde “cada uno hacía lo que le parecía correcto”, porque no había un liderazgo estable ni una obediencia firme a la Palabra. Y sin embargo, en medio del caos, Dios levanta líderes imperfectos, pero llenos de propósito, para restaurar la dirección y la esperanza.

Esta guía fue creada para ayudarte a identificar los ciclos que tal vez se repiten en tu vida, reconocer las áreas donde te has desviado del propósito, y escuchar el llamado de Dios a despertar, regresar y vivir en Su voluntad.

A lo largo de este libro descubrirás:

·         Dónde nace el libro: En la transición entre la conquista de Josué y la monarquía de Israel, cuando el pueblo perdió su rumbo espiritual.

·         Qué revela su historia: La fragilidad humana, la necesidad constante de arrepentimiento, la fidelidad de Dios, y cómo Él usa incluso a personas rotas para traer libertad.

·         Momentos clave: La rebelión del pueblo, los ciclos de opresión, el levantamiento de jueces como Débora, Gedeón, Sansón, y la constante misericordia divina.

·         Qué marcó esa historia: La consecuencia de olvidar a Dios y la urgencia de un liderazgo espiritual guiado por la Palabra.

·         Cómo esta historia puede ayudarte hoy: A reconocer patrones destructivos, buscar restauración, recibir dirección, y confiar que Dios puede usarte a pesar de tus caídas.

Jueces no es solo una historia de caída y fracaso; es una historia de esperanza. Porque aun cuando el pueblo olvida, Dios no olvida su promesa. Y si escuchas Su voz, Él te levantará también.

Despierta. Regresa. Y deja que Dios escriba una nueva historia en ti.


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Señor, Dios de Israel,

Dios fiel en medio de la infidelidad,

te alabo porque nunca te cansas de llamarnos a tu luz.

Aun cuando caemos, tú escuchas nuestro clamor.

Aun cuando nos alejamos, tú nos buscas sin cesar.

Tú eres el Dios que levanta a los humildes,

que llama al débil y al que nadie valora,

y con ellos haces maravillas.

Te alabo porque eres justo, pero también compasivo.

Corriges, pero no abandonas.

Castigas, pero para sanar.

Esperas nuestro regreso con brazos abiertos.

Gracias, Señor, por ser más grande que mis errores.

Gracias por mirar el corazón y no solo el pasado.

Gracias por darme nuevas oportunidades, como diste a Gedeón, a Débora, a Sansón, a tu pueblo.

Hoy te alabo con todo mi ser.

No quiero seguir lo que me parece bien a mí,

quiero seguir tu voluntad, que es perfecta y verdadera.

Levanta mi vida, Señor, como levantaste a tus jueces.

Guíame en medio de este mundo confuso.

Sé mi Rey, mi fuerza, y mi paz.

¡Gloria a ti, Dios eterno, que nunca olvida a su pueblo!

Amén.


🙏 Oración de Alabanza, Agradecimiento y Sanación

Inspirada en el Libro de los Jueces

Señor Dios Todopoderoso,

te alabo porque tú eres fiel, aunque tu pueblo muchas veces te olvida.

Te glorifico porque tu misericordia es más grande que nuestro pecado.

Tú no olvidas nuestras lágrimas, no ignoras nuestros clamores.

Tú eres el Dios que levanta, que restaura, que sana.

Gracias, Señor, porque aun cuando me alejé de ti,

tú no cerraste tus oídos a mi voz.

Gracias porque, como con tu pueblo en tiempos de los jueces,

me buscaste, me esperaste, me hablaste al corazón.

Gracias por las veces que, sin merecerlo, me diste paz después del dolor.

Sana, Señor, mi alma de todo lo que me ata,

como liberaste a Israel de sus enemigos.

Rompe las cadenas que me roban la fe,

derriba los ídolos escondidos en mi interior,

y renueva mi espíritu con tu Espíritu Santo.

Si tú levantaste a Gedeón en su debilidad,

a Débora en tiempos de miedo,

a Sansón en su oscuridad,

también puedes levantarme a mí hoy.

Te entrego mis batallas, mis heridas, mis caídas,

y te pido que tú seas mi Juez, mi Libertador, mi Sanador.

Con todo mi ser, te alabo,

porque eres justo y compasivo,

porque tú nunca me rechazas cuando vuelvo a ti con sinceridad.

Haz de mi vida una tierra de paz,

un testimonio de tu amor y de tu poder.

Amén.




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Despertando Nos Levantamos

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